12 de septiembre de 2013

Noche de invierno

Fotografía de © luisbeltrán 
Es una noche muy fría, una noche de invierno como muchas otras, con la luna llena reinando en un firmamento plagado de estrellas. La calle está inquietantemente solitaria y silenciosa. Los coches aparcados brillan blanquecinos por la escarcha. De repente entra en escena una mujer joven. Parece tan frágil y pequeña en esa noche antártica. Los tacones resuenan dando buena cuenta de su presencia. Acaba de salir del piso de su novio después de una cálida noche de pasión, el aire frío le abofetea la cara. Se arrepiente nada más salir de no haberse aprovisionado de ropas y demás objetos para pasar la noche con él. Su chico intentó convencerla de que se quedara y ante su negativa firme se ofreció a acompañarla, ella objetó que sólo vivía a una calle de distancia.
A veces se arrepiente de ser tan cabezota, echa de menos que él estuviera a su lado, abrazándola para dar calor a su frío cuerpo, y brindándole compañía para alejar a los miedos que ahora le acechan. De repente escucha unos pasos detrás suyo, su corazón empieza a palpitar a gran velocidad sin ninguna razón. Para calmarse decide cambiarse de acera, y para colmo su perseguidor también se cambia. Empieza a sentir miedo, está pensando en sacar el teléfono móvil y llamarle para que baje a acompañarle, pero sabe que no tiene ningún fundamento, no quiere molestarle. Sigue caminado inquieta, arrebujándose bajo su abrigo. Pronto vislumbra el portal de su casa, acelera el paso impaciente por llegar. Los pasos se aceleran detrás suyo, su corazón empieza a desbocarse, tiene miedo, demasiado. Empieza a correr para llegar cuanto antes, y los pasos empiezan a sonar cada vez más rápidos y más próximos, está al borde del colapso nervioso, las lágrimas asoman a sus ojos. Su perseguidor la alcanza a sólo tres metros del portal, la abraza por detrás, ella grita y el sonido se esparce por la ciudad silenciosa. De repente le tapan la boca con una mano, que siente cálida contra su cara y le susurran al oído:
-Calla tonta que soy yo. No quería asustarte. Simplemente te estaba acompañando porque estaba preocupado por ti.
Ella se suelta y le mira, no sabe si reír o llorar, pero al final las lágrimas de la tensión acumulada se desbordan y le pega suavemente con sus puños en el pecho mientras le dice:
-”Idiota, idiota, idiota”
Él le abraza y la besa susurrándole varias veces que le perdone. Se quedan así un momento bajo la mirada sonriente de la luna.
-Venga.-le dice él de repente.- subamos que me quedo a dormir contigo.


Noche de invierno es un relato de Patricia Mariño.

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2 comentarios :

  1. ¡Ay, que lindo! Me gustó mucho. Lograste que mi corazón vaya a mil por hora cuando la chica sentía miedo, pensé que le iba a pasar algo, pero me alegro que elegiste este final.
    Un abrazo.

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